Estimado señor Melero, sigo su blog, me gusta su estilo, mesura y perspectiva no solo sobre las drogas. Esperaba con ansia una entrada justo después de que EDADES 2017 nos dijera que el consumo de tabaco ha aumentado, aunque esta vez la vi primero en LasDogas.info. Y me encanta, como siempre.
La ley antitabaco del 97 y el refuerzo del 2011 son un éxito, no se puede olvidar nunca, pero no debemos bajar la guardia y empeñarnos sólo en la prevención ambiental (como cabe esperar será la consecuencia de estos datos) y prestar atención también a la universal. Tengo que estar completamente de acuerdo con usted.
Pero apliquemos otras lógicas, la que por ejemplo se desprende del titular “La prevención no funciona: aumenta el consumo de alcohol, tabaco y cannabis en los menores”que alguna susceptibilidad ha despertado.
En la parte del mundo ultracapitalista, individualista, competitivo, deshumanizado, si se presentan estos resultados sobre el tabaco alguien podría justificar despidos inmediatos, como en tantas empresas. Continuando esta lógica, por ejemplo el Plan Nacional de Drogas lleva ya un tiempo mirando hacia los juegos de azar. Para mí es necesario que alguien lo haga, realmente es un tema preocupante y que personajes conocidos presten su imagen y cobren, entre todas las demás cosas, algo más que ligeramente vergonzante; sólo añadiría que a la par que se hace cargo debería constantemente denunciar que otros ministerios lo eviten. Y de paso, insistir que las drogas no son sólo competencia de sanidad sino transversales a la acción de cualquier gobierno. Pero igual, alguien con mala baba podría decir “ustedes se han equivocado de estrategia” han desviado recursos y los resultados son los que son. Tampoco me podrá negar que muchos prevencionistas, cansados ya de decir durante lustros que se destina poco esfuerzo a la prevención, aprovecharán estos datos para reclamar lo suyo, y harán bien.
No creo que sea malo escuchar la crítica, aunque en este caso sea una injusta sobre la prevención. Al margen de la inversión en ella, usted sabe que tiene claroscuros, podría -sin sentirse la ofensa- utilizarse como acicate en un mundo este de los expertos y expertas en drogas quizás algo dormido con tanta evidencia científica que a veces no parece tal. Y ¿por qué no decirlo? en el que falta algo de imaginación e innovación en mensajes y fondo, y sobra actitud biempensante. Quizás -no lo sé- podría ser un buen momento para plantear que no queremos individuos prevenidos, sino grupos empoderados que creen sociedades mejores, que no se trata tanto de los factores de riesgo y protección de una persona, de sujeto en sujeto. Que el exceso de psicologismo individualista y la moralina tienen sus límites a la hora de cambiar cultura, valores y en consecuencia comportamientos.
Y en este sentido, puede que el mundo profesional de las drogas tenga que salir del mundo de las drogas. Participar de los debates más amplios sobre los temas que crean malestar emocional, persecución y miseria por todo mundo porque todo tiene conexión, su pequeño nicho no acaba y empieza cuando una sustancia entra en un cuerpo y, lo peor, es que todos lo entendemos así, pero luego las parcelas de poder son las parcelas de poder, el mando y acato, lo que no se puede decir y lo que no es debatible, son parte de la cruda realidad. No es que me parezca que usted en particular piensa de esta manera -ni mucho menos y al contrario-, me parece más bien que una buena parte del gremio drogas está acomodado en su parcelita o acorralado en ella, empiezan todos sus discursos con el consumo año, diario, mes, por grupos de edad y, sólo recientemente, sexo. Lo siguiente suele ser quejarse de que este tema está perdiendo importancia que ya nadie presta atención ¡y se extrañan!
Es necesario que sigamos avanzando en valores democráticos y no autoritarios. Si enseñamos que se debe respetar acríticamente la autoridad y que no hacerlo es castigado de diversas formas o que la lealtad o el estatus son más importantes que la igualdad a nosotros mismos de las personas que nos rodean, y permitimos que eso empiece en los sistemas políticos (también los que se denominan democráticos), sea la tónica en las empresas y acabe siendo lo que se aprende en las escuelas, tendrá su reflejo en los consumos, nada es independiente en el mundo de lo humano. Desafortunadamente y como decía Kurt Lewin “parece más sencillo que una sociedad cambie la educación que la educación cambie la sociedad”. Y este es mi mayor punto de discrepancia.
Si seguimos pensando que el poder es un valor en sí mismo y que es bueno alcanzarlo y mantenerlo a toda costa y que se puede ejercer de manera no democrática (y se puede eso es evidente) no mejoraremos ni la educación en general, ni la educación para la salud, ni nuestra sociedad. Si no es posible hacer entender y que los “prevenidos” experimenten en la práctica que se puede no estar de acuerdo, no ser culturalmente homogéneos y aun así vivir y hacer cosas buenas juntos, que es necesario convencer contrastando ideas y valores constantemente y ello implica preguntar y escuchar (incluso a quienes consumen drogas) en vez de imponer, sancionar y castigar o que tenemos la responsabilidad democrática de combatir toda forma de intolerancia, por poner solo ejemplos, no creo que el tema de las drogas cambie más allá de unos puntos porcentuales en una temporada y en todo caso a peor -puntos de vital importancia sin duda-. Casi es más posible el estallido de una crisis de consumo como la que ya sufrimos que otra cosa y sin que podamos o queramos detectarla con nuestra miopía también sobre las drogas.