A producir, carajo

Esta semana he descubierto que hay gente muy divertida que considera que los elevados sueldos de algunos directivos no es algo sobre lo que se pueda debatir. Se puede de muchas otras cosas, el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, los derechos de las personas trans, la igualdad… pero del sueldo de esta gente no. Entienden perfectamente que sea posible regular cualquier aspecto que consideren sobre la vida de los demás, pero no se puede siquiera mencionar los sueldos de los que ganan mucho. Estos son una cosa privada, íntima, entre los accionistas y los directivos o directamente del dueño que fundó la empresa, nadie se puede meter. Por supuesto sí que se puede hacer sobre el salario mínimo, eso es otra cosa.

Quizás solo yo conozca gente así, el resto puede hacer seguimiento de multitud de cadenas en las redes ante el mero anuncio de la ministra de abrir un debate. Recibió insultos, que es lo habitual. Mucho fue el argumentario que directamente remitía a que de lo que se debe hablar es del sueldo de políticos y políticas, sobre todo el de estas últimas, nunca antes -y si acaso- del de directivos.

¿Por qué a tanta gente remueve el simple anuncio de un tema sobre el que convendría hablar, y eso que siquiera se anunciaban medidas? Por supuesto, si eres uno de los agraciados con una enorme cantidad de dinero es comprensible, prefieres que ni se mencione, que se de por supuesto que es tu derecho, una convención social como la de circular por la derecha, en realidad una ley natural y divina, y así nadie piensa en ello. Quien lo mencione está sembrando el odio, uno muy miserable, el odio al rico. Pero ¿el resto?

Tanta ofensa por mencionar el tema puede que se deba a que está cuestionando uno de los principios que mueven nuestro mundo. Tengo una amiga que trabaja en una sucursal de banco. Me contaba lo duro que es su día a día, lo que cuesta ir a trabajar los lunes, que ella no se medica todavía pero la mayoría de compañeros y compañeras sí. Les obligan y presionan para que se centren en vender y vender, varias llamadas al día para recordarlo, no importa qué o a quién, vender. Tienen un perfil de cliente excelente, por ejemplo, que es el que está casi tirado de pasta, pero compra un crédito rápido de esos con intereses tan inconcebiblemente altos, y que con toda probabilidad lo acabará hundiendo, pero es una venta fácil, rápida y rentable. Pese a ello y muchas otras auténticas barbaridades todavía defendía a los bancos. Que si no son un a ONG, que si la cadena de presiones es normal porque los accionistas que ya son ricos quieren serlo más, que si el que tiene pasta sí que puede negociar, que si un pobre pilla un cáncer terminal y tiene un seguro por lo menos le deja algo a su familia lo que lo convierte su trabajo casi en una labor social más que un negocio…

Entiendo que es difícil vivir con las propias contradicciones, que no ayuda a tu salud mental. Se puede decir: mira, trabajo en un banco, si volviera a nacer no lo haría, pero es la única forma que tengo de sobrevivir. Ahora -te digo- son unos malnacidos en un sistema pensado para los malnacidos y creado por ellos. Casi cada venta que hago sé que es una estafa, pero soy yo o el resto, no me puedo ir a vivir a una cueva fuera de esta sociedad que, además, continuaría sin mi, sin importarle una mierda a nadie. Un planteamiento así no te deja vivir, afecta seguro a tu salud mental. Es decir -en una expresión tan nuestra- es lo que hay, no lo pienses.

Algo así debe pasar con lo del sueldo de algunos directivos. Habrá personas que entiendan que es normal que cobren 10, 15 o 30 veces más que ellas. El mundo no es justo y si lo pienso entro en una zona contradictoria muy complicada que afecta mi propia linea de pensamiento, y puede que salud mental. No hablemos de ello. Es natural, esta gente, pese a que saque su dinero de mi sufrimiento diario -porque del aire o Dios no sale- se lo merece, son los que mueven el mundo, sin ellos no existiría nada. Son también mejores que yo. Esto es más fácil de asumir que discutir sobre las normas del mundo, aunque tenga en una taza mensajes sobre confiar en mi mismo o empezar a pensar que yo lo valgo. Ellos saben, tienen los conocimientos, yo no, yo no sería capaz de tomar decisiones importantes como les toca, eso vale cada euro que cobran, y es poco, porque si les pagan menos preferirían vivir a la sombra, sin protagonismo, cuando lo cierto es que no tienen vida, siempre con tanta carga a sus espaldas; en comparación la mía es un jardín de rosas, llego justo a fin de mes y no me medico demasiado. Nada se movería sin el afán de lucro, las cadenas de suministro se detendrían porque no habría interés por producir. Al ser humano o le das con un palo o mucha pasta, de lo contrario se queda tumbado bajo la sombra de un árbol todo el día. Que ese debate se pueda tener cuestiona mi mundo en lo más profundo, lo pone en riesgo, es comunismo, y eso es guerra, hambre de verdad, muerte y destrucción. Y a producir carajo, viva la libertad.