En algunos medios se recoge una inquietud dado el descenso de interés por la actualidad. España es uno de los países en los que el mismo es más pronunciado. Entre los diferentes factores que lo explican, acuden dichos medios a una creciente desconfianza en la información y al estado de ánimo negativo que las noticias provocan en no pocas personas. Tras encadenar varias crisis entre las que ha estado la del COVID, insinúan que estar pendientes de las noticias ha terminado por desgastar incluso la salud mental.
Sin negar la influencia de estos factores se me ocurre plantear uno adicional, de fondo. Para ello me pregunto primero por la utilidad de la información sobre la actualidad. Tiene varias, sin duda, pero una parece que es tener datos que puedan ser empleados para actuar. Es decir, recibir datos sobre el pasado, lo que ocurrió ayer, está ocurriendo casi en directo o hace unos minutos, se utiliza para tomar decisiones de futuro. Puede dicho futuro ser el inmediato a medio o largo plazo, pero resulta difícil negar que lo que sabemos de hoy estará presente en lo que decidamos. Tendría así todo el sentido que buscáramos cuanta más información y de mayor calidad mejor, pero hay una epidemia y mucha gente se está retirando de hacerlo.
La cuestión es ¿qué pasa si alguien conoce su futuro? ¿Cabe la posibilidad de que entonces la actualidad le preocupe menos en el sentido que la estamos abordando? Imaginemos que alguien sabe que en el medio y largo plazo las cosas le irán peor que hoy. ¿No sería éste un motivo para despreocuparse de la actualidad, de la información cotidiana? Vale, ya sabemos que el futuro no es predecible, solo tenemos la certeza de que moriremos pero no de cuándo ni como, y ello, y salvo casos patológicos, no nos impide seguir adelante con nuestras preocupaciones diarias e incluso haciendo proyecciones futuras. Y si, en una línea similar, saber que todo nos irá peor no nos impide seguir adelante, ocupados con nosotros mismos y los que nos rodean, pero sin interesarnos demasiado por la actualidad ¿cabe esta pregunta?.
Puede que no se trate solo de tener la experiencia vital de que siempre te va peor, seguramente esté combinada con aquella otra por la que nada de lo que digas, pienses o hagas lo cambiará. Estás entonces en manos de otros, la cosa puede incluso mejorar, pero lo hará siempre más para ellos y ellas que para ti. ¿Qué te importa la información sobre la actualidad cuando no podrás usarla para tu futuro, que te vendrá definido por esos otros?
Sería esta una expresión de alienación, parecida a la que define Foucault como una privación de la libertad en el seno de las contradicciones de la sociedad burguesa o tal vez en el que le daba Marcuse vinculándolo a los procesos técnicos que uniforman criterios y pensamiento. Algo puede tener que ver también con el planteamiento de Marx y la libertad de solo alquilarse a uno u otro capitalista pero siempre alejándote del producto de tu trabajo.
De ser una posibilidad y si mucha más gente se adhiriera estaría cuestionando algunos pilares básicos del sistema occidental liberal democrático. Este se basa en afirmar justo lo contrario, en que tenemos un alto grado de libertad y que podemos ejercerla de muchas formas para producir los resultados deseados. Y formalmente el machón discurso público nos insiste en que es así. No creerlo, vivir cotidianamente lo contrario y acabar “pasando” es un grandísimo riesgo para el statu quo, esas condiciones que prevalecen en un momento histórico determinado.
Políticos y medios parecen ahora muy preocupados por la manipulación y las mentiras, tanto que incluso utilizan un término propio, fake news, como si fuera algo moderno que nunca antes en la historia hubiera ocurrido. Por supuesto los culpables son siempre otros, otros mienten y manipulan nunca yo. El resultado es que el alienado hombre libre pueda estar entendiendo que no son ellos, no es algo personal.
Imaginemos un hombre o una mujer así. Pongamos, por remontarnos solo un poco, que asiste atónito a la crisis del 2008 que se resolvió perdiendo el o ella, mientras no sé, los bancos culpables ganaron. Luego el COVID que aun imaginando que no fue culpa de nadie también lo pagó. Luego una guerra que solo pone en evidencia que los precios suben, nunca bajan y no hay explicación salvo que no le beneficia porque su salario lleva igual -con suerte- y no peor, desde el ya mencionado 2008. La desigualdad la ves a diario, no hace falta esperar a ningún sesudo informe. Esto es por mencionar algunas cosillas, hay infinitas dentro de eso que se considera actualidad. Y no pasa nada, todo sigue su curso, pero te dicen que tienes el voto y que con el mismo tú puedes. Es una gran mentira que casi mejor no se sepa puesto que hasta la más inesperada criatura se puede volver muy violenta de perder las esperanzas.