Ajedrez

Está estos días de moda el ardor guerrero. Empezando por Borrel y extendiéndose por una mayoría del resto, parece que solo se puede estar del lado de sostener una guerra con Putin. Lo contrario es, ya a estas alturas, estar de la parte equivocada de la historia, no ser realista, ser ingenuo, cobarde e incluso traidor.

De momento nos hemos detenido a medio camino a discutir sobre si enviar armas almacenadas es la mejor solución o no, pero parece fácil entender que la discusión no es esa, porque no se puede ganar un combate amagando, las normas lo impiden. Una vez que entras en el ring solo puedes ganar si dejas KO a tu rival, si llegas al final de pie habiendo sacudido más que el otro y los jueces lo certifican o si el otro se salta alguna norma básica por la que es descalificado. Salvo que entendamos que China o quizás el resto del mundo unido puede hacer el papel de jueces o árbitro, en este combate solo hay una salida; una vez que entras a combatir. Es verdad que en este conflicto, el resto del mundo, acostumbrado a ser tutelado por los ahora contendientes, podría dar un paso adelante e intentar que entraran en razón. Para dichos contendientes sería humillante, seguro lo rechazarían, pero, además, parece que el resto del mundo está ya haciendo sus apuestas y viendo la mejor manera de recoger ganancias. Esto y que quizás esté esperando a cobrase, indirectamente, toda la acumulación de afrentas.

Que una vez empiece solo exista el KO y que no haya normas ni jueces, son pequeñas diferencias con otras guerras y conflictos armados de la historia más reciente que seguro las élites ya han detectado y asumido, no sé si tanto los ciudadanos que hasta hace unos días se consideraban pacíficos. Si el juego fuera otro, si hubiera otras normas, la cosa podría ser diferente; imaginemos una partida de ajedrez. En este juego, incluso un buen final puede ser el de acordar tablas.

Es cierto que todavía, en este momento, hay margen para decidir a qué juego queremos jugar, podemos incluso proponer otro, lo que preocupa es el lenguaje utilizado que nos indica que la decisión ya está tomada y que -como mucho- estamos en los días previos al combate en el que los luchadores se dedican toda clase de insultos y lindezas intimidadoras. Lo que pasa en los combates con normas es que todo eso forma parte también del espectáculo y va dirigido a un público enloquecido con la idea de que los contendientes se sacudan y sangren. En la vida real -ya que quieren que seamos realistas- el público no es el que paga la entrada, pagará sí, pero con su vida, incluso los que de igual forma puedan seguir cada segundo por televisión escuchando a los comentaristas.

Es verdad que Putin, en el nombre de Rusia, decidió dejar de jugar primero al ajedrez y se subió directamente al ring. Alega que estaba cansado de perder partidas aunque tal vez dejó de jugar a ese juego hace más tiempo del que su contendiente pudo ver (o no quiso o no le interesó). Tenía yo una jefa que decía abiertamente que a ella le gustaba dar soga a la gente hasta que decidiera ahorcarse con la misma. Es la doctrina del bombero pirómano porque es verdad que Putins tenemos demasiados a nuestro alrededor en lo cotidiano. Ahora, su contendiente puede alegar que no tuvo más remedio, y, en el fondo, como ocurre en la mayoría de conflictos, piensa que puede ganar, henchido como está de orgullo y soberbia. Tenemos más tanques, más aviones, más barcos, más soldados… no sé si más armas nucleares ¿qué puede salir mal?

La respuesta es que todo saldría mal, solo por optar por seguir esa senda ya viene siendo así. Imaginemos que uno de los contendientes decide arrasar una ciudad, ¿detendría eso la guerra como ocurrió en Japón o luego vendrían todas las demás?. Tal vez alguno decida soltar un virus ¿por qué no? ¿dónde están los límites? ¿los pondrán los contendientes antes de empezar o irán improvisando hasta KO?

No, en realidad sí que hay solo una opción, detener esta locura por mucho que la palabra defina solo a nuestra especie, y de forma muy particular a los contendientes de esta guerra. Es la única opción. O eso o lo apostamos todo a que saben lo que están haciendo, lo tienen todo controlado, la cosa no irá a mayores, estaban aburridos, querían mover un poco la economía (ya sabemos que lo de sacrificar unas vidas humanas tal) y esto no es nada, pasará sin más y hasta la siguiente crisis. Por cierto, hace mucho que fuera de los días previos a la banderita, no escuchaba pasar aviones de combate por encima de mi casa, hoy llevan toda la mañana, quién sabe si todavía a estas horas jugando al ajedrez.