Estimado señor Borrel,
Debo comenzar reconociendo que tiene usted una especial habilidad para favorecer la polémica como hizo diciendo “A mí seguramente no me quiten el trabajo, pero hay segmentos donde compiten”, refiriéndose a las personas inmigrantes.
Creo que tiene usted razón, no le pueden quitar su Cátedra, ni una persona inmigrante ni nadie. Pero fíjese que esa protección de la que goza es una metáfora perfecta para el fondo sobre el que hablamos. Imagine usted por un momento que esa empleada (imaginaria) en el servicio doméstico que tiene en su chalé y que menciona, y que seguramente podría ser mejor retribuida sino existieran un mercado de reserva de inmigrantes, pudiera quitarle la Cátedra. Inmediatamente usted tendería a pagarle más, tanto más hasta que estuviera seguro que ella está contenta y no ejercerá acción alguna para quitarle su puesto.
Como es un escenario imposible, se puede permitir decirlo; es probable que esta mujer (imaginaria) ni siquiera pueda votar en su contra ni influir en las personas de su círculo que tampoco pueden hacerlo. Es una asimetría muy clara, usted no tiene nada que perder, no tiene motivo alguno para pensar de otra forma, tomar otras decisiones, ni nada, son todo beneficios, se puede incluso permitir analizarlo objetivamente y es probable que el foro ante el que estaba aplaudiera su sinceridad. Lo bueno es que lo reconoce abiertamente y es de agradecer.
No pasa nada, así es el mundo, asimétrico, unos lo saben porque lo experimentan en sus cuerpos y mentes, otros porque lo han leído en algún sitio. El problema es que justo a continuación o como hilo fundamental de su discurso está que hay personas -digamos autóctonas- que sí experimentan la competencia por el trabajo y las dificultades de convivencia en los mismos espacios con las personas inmigrantes. Pero, ¿no acabamos de ver que es usted el principal beneficiado de la situación tal cual es? ¿Por qué entonces nos dice que no se puede hacer nada más que ir con mucho cuidado en el tema de la inmigración porque hay personas de esas clases bajas -supongo que querría decir- que no aceptarían cambios en las políticas?
De verdad sería honesto, no poner la responsabilidad en las turbas (imaginarias) que votan o pueden hacerlo a la derecha por el tema de la inmigración (en realidad por la imagen de la inmigración que se da) sino asumir sin más la primera parte; usted y los que están en su situación son los principales beneficiados de las leyes plagadas de racismo institucional, las injusticias sociales y las asimetrías que son su causa y consecuencia. No están haciendo nada más que lo normal, proteger sus intereses y pretenden además poner de parapeto a los demás e intentar decirnos que lo hacen por el bien común o similares.
Igualmente es difícil comprar su argumento sobre que la mayoría de los súbditos (imaginarios) no entienden el tan complejo esquema de pensamiento -intelectual dice- que es que las cotizaciones de las personas inmigrantes (y los impuestos) contribuyen a sostener el sistema, sobre todo su sistema. Si yo fuera la Ministra de Educación saldría como salió la Ministra de Trabajo a corregir al señor Octavio Granado, porque está usted poniendo en muy serias dudas todo un sistema (carísimo nos dicen) de educación.
En fin, gracias por aclararnos un poco más desde qué lugar mira este tema. Supongo que como su compañera Consuelo Rumí pensará que para abordarlo es necesario esperar a un momento de madurez política.