Estimado Luis

https://economia.elpais.com/economia/2017/09/08/actualidad/1504867507_445438.html

Estimado Luis,

La gente, mucha gente, está hasta el gorro de escuchar que hace falta cambios, muchos cambios y que estos se pueden emprender despacito. El sistema, los sistemas, nos demuestran una y otra vez su gran inercia y aunque gente sin duda bien intencionada como usted, nos dice que se puede hacer, la realidad demuestra lo contrario. Una y otra vez, la fuerza de las inercias o los puntos de atracción de los sistemas, hacen que experimentemos, en nuestros entornos, en nuestras empresas, en su política, que las grandes dinámicas acaban arrasando con todo y nada cambia.

Llevamos escuchando los seis objetivos clave para una futura política económica del señor Jordi Galí que usted dice compartir, tanto tiempo, que ya no creemos que en el marco dentro del que estamos eso, ni cualquier otra cosa, sea posible. Menos aun y si en particular de economía hablamos, recién saliendo de una crisis que apunta hacia el extremo contrario.

El nacionalismo independentista tiene la virtud de estar canalizando ese sentimiento, sin dejar de ser parte del problema y causante de la situación. Pero estimado Luis, tengo gente joven en mi entorno (y no vivo en Catalunya) que ni piensa en un trabajo estable, ni en uno que les motive, ni en formar familia, mucho menos en una jubilación, ¿cuánto tiempo dice usted que requieren esas reformas que en todo este tiempo, además, sólo se han alejado? Se lo crea o no, hay mucha gente que no es independentista que quisiera ver que es posible oponerse a la dinámica apisonadora que no les permite ver un futuro ni siquiera gris. Hay mucha gente a la que le gustaría ver que es posible decir basta y no (aunque lo digan otros), sin tener que bajar la cabeza y soñar que al día siguiente, tal vez, algo cambiará en sus vidas, cada día, pero no ver señal alguna de que eso es posible. Delirios de juventud es posible argumentar, pero ocurre algo parecido entre gente que ya cumplió los 40, los baby boomers, los que sufrieron la fiebre de la construcción y las hipotecas y encima han escuchado las mismas promesas vacías muchas más veces.

Demasiada gente ya no entiende qué es eso de respetar la ley que les oprime y sirve para justificar su situación y no ven motivo para hacerlo salvo la fuerza que los obliga. Está cansada de que la ley sólo cambie para perjudicarles y sin el mayor problema, por la vía rápida. Está cansada, estimado Luis, eso lo resume todo, agotada.

Usted puede no verlo, es posible seguir pidiendo paciencia y confianza argumentando que el nuestro es un gran país, pero no pocos han optado ya por el desafío, por el golpe en la mesa y aunque el independentismo les pueda parecer un error, resulta esperanzador que sea posible negarse, resistir, poner nervioso al poder, a los que ostentan todo, con la esperanza de que, tal vez, caigan, reaccionen o mejor que renazca un sistema distinto. El caso es que todos tenemos una sola certeza, lo que pueda ocurrir en estos días es incierto, pero -fíjese- la incertidumbre es preferida a la certidumbre que supone seguir como estamos y esa reflexión ya no puede esperar.

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