El día 30 de diciembre de 2019 se hizo público el acuerdo de investidura de PSOE y Podemos. Nos parece que en el mismo no se ve reflejada una excesiva preocupación por el tema de las migraciones. Se plasman allí ideas muy generales, mientras en otros ámbitos y por comparación, son muy concretas y algunas parece que largamente estudiadas.
La desigualdad, la crisis climática y las migraciones son los tres grandes temas que no pocos expertos y expertas reconocen como los principales desafíos futuros en los países ricos (también en los empobrecidos). De las tres, son las migraciones las que, además, tienen mayor capacidad de inclinar voto hacia la extrema derecha, como vemos pasa en muchos países del entorno “occidental” y recientemente en España. Y, sin embargo, es una cuestión que recibe poca atención en discursos, programas y acuerdos del resto de formaciones políticas, ya desde hace años. Posteriormente y a rebufo cuando el tema se saca desde partidos más extremos, se contesta con vaguedades tal como, una vez más, se pudo ver en el debate de investidura cuando el aspirante contesta al representante del partido más a la extrema derecha con datos bastante mal cocinados y poco madurados. Es habitual entre la clase política y en estos días, pensar que algunos argumentos se deben contrarrestar con datos; se olvidan que si tienes que leerlos, están descontextualizados y no obedecen a un hilo argumental, no se siguen, el receptor desconecta y la imagen es que el tema no lo dominas, perdiendo credibilidad adicional. La razón puede estar en los datos o no, pero hay que saber usarlos y siempre es mejor creerse el argumento antes de argumentarlo, cuestión que es la que ponemos en duda.
El motivo por el que la inmigración se esquiva como tema en particular desde la izquierda, especulamos, es doble. Por un lado es uno sobre el que también una buena parte del votante de izquierdas muestra a veces reticencias o directamente se posiciona en contra. Es muy sensible -lo sabemos- y se mueve desde sentimientos de humanidad por los “pobrecitos” a egoístas en función de las ayudas sociales, puestos de trabajo o diferencias culturales irreconciliables. Pero es muy sensible precisamente porque se ha dejado de lado, no se ha avanzado en el discurso en las últimas décadas. Es como ese chiste -y perdonen la comparación- que se contó una primera vez y luego ya no hace falta sino mencionar alguna parte, idea o expresión del mismo para evocarlo. Cada referencia al tema tiene una contestación directa o una imagen mental contraria ya pre formada. Si se habla de la ley de extranjería se evoca -por ejemplo- el efecto llamada o el consabido “llévatelos a tu casa” y se cierra el círculo de la discusión, no sin cierta incomodidad para todos.
Por otro lado y como consecuencia, no se tienen ideas, propuestas políticas concretas, ni discursos sobre posibles caminos que sean distintos a los de la derecha, sólo grados de menor hostilidad o mayor humanidad y solidaridad; es implícitamente casi ese ansiado tema de estado que tantas veces se reclama sin conseguirlo, véase, la educación, el terrorismo, las pensiones…
La solidaridad es, de echo, esa idea que quizás más aparezca en relación a las migraciones desde la izquierda, el punto diferencial. Por supuesto lo hace en el acuerdo que estamos mencionando.
Se modificará el sistema nacional de acogida e inclusión de solicitantes de Protección Internacional, adaptándolo a la normativa europea y a la nueva realidad del país para hacerlo más eficiente y solidario.
Desde luego es un tema complicado y complejo que se entremezcla con muchos otros, la desigualad e incluso la crisis climática también. No obstante, éste se traslada hacia instancias superiores como son la UE, imaginando que la capacidad de hacer algo está en las mismas, o si se quiere ver de otra forma, excusándose en dichas instituciones si no se hace nada. Y por ello, la principal crítica a lo escrito en el pacto es casi una enmienda a la totalidad, dado que todas las medidas específicas entran dentro de la siguiente categoría:
11.4.-Promoveremos una política europea de inmigración justa y solidaria
Vemos como Europa y la solidaridad son las principales respuestas. Qué es una política de inmigración justa entra dentro del terreno de la especulación y de lo que no se suele posteriormente comentar.
Existe luego, entre nuestra clase dominante (política y periodística), la idea de que los españoles están cansados de tanto politiqueo y quieren que se empiece a hablar “de los temas que preocupan a los ciudadanos y ciudadanas”. Este argumento lo utilizan en todos los espectros (según el momento y la oportunidad) solo que a continuación cada cual introduce aquellas cuestiones que considera son las que preocupan y que -como sabemos- suelen coincidir con las que le interesan al hablante de turno. La inmigración rara vez es uno de esos temas. Cabe colegir que no es por tanto de los que preocupan a los ciudadanos, pero cuesta creerlo y no pensar que es de aquellos que están presentes dando círculos discursivos sin argumentos nuevos añadidos.
Una prueba -quizás- sobre que es un tema que necesita ser hablado para poder avanzar, es la cantidad de comentarios racistas que aparecen en cualquier red social una vez que se menciona alguna de sus diferentes dimensiones, hasta en el caso de los rescates humanitarios en el mar. Se puede argumentar que cualquier tema es susceptible de despertar las iras de los internautas, claro, la diferencia es la ausencia en el debate político que es lo único que estamos manifestando, salvo, comentarios muy escorados a la derecha que sí lo saca de soslayo a cada rato. Puede ser clamar en el desierto y como siempre que esté muy equivocado que sea mejor dejarlo estar, pero de que la izquierda se adueñe también de estas cuestiones y se planteen posturas abiertamente, depende una parte importante de su éxito en años venideros, así como de algunas esencias de la propia democracia y sistema económico. O puede que no.