El señalamiento de grupos es una de las clásicas estrategias que los humanos tenemos para desviar la atención sobre lo que nos ocurre, pero quedarnos más tranquilos con ello. En estos días, la idea de culpabilizar a los jóvenes de los rebrotes es un ejemplo muy claro, también a los grupos familiares o a quienes consumen en una terraza, los inmigrantes (un clásico), los que fuman, da igual, siempre encontramos un foco al que apuntar.
Hacemos una lectura de los datos, como si estos no estuvieran también en cuestión, y nos fijamos en que la edad media de las nuevas personas infectadas es menor, vemos imágenes de jóvenes en saraos que ya de por sí se cuestionaban también antes, entonces deducimos que estos son culpables de los rebrotes. Algunos utilizan el concepto de baja percepción del riesgo como intento por sofisticar el argumento, y olvidan que se alimentó desde el principio, cuando se insinuaba que los jóvenes eran casi inmunes pero transmisores. Y cuidado, es este un mensaje nada frecuente en nuestra época, podemos encontrar pocos más en esta línea de “tu estarás bien, pero puedes matar a otros”.
La idea de la baja percepción del riesgo que se utiliza en el análisis del uso de sustancias por parte de los jóvenes puede tener, quizás, en el caso del COVID, alguna utilidad. Normalmente los estudios en drogas señalan varios factores para esa percepción, miremos uno, lo que a veces se denomina presentismo vitalista. Por el mismo se entiende una visión a corto plazo que a su vez se divide en dos, los valores propios de la juventud y la frustración ante las perspectivas de futuro.
“esa visión a corto plazo en los adolescentes que señalan los participantes en el estudio, sería fundamentalmente el resultado de dos factores generados desde el nivel macrosocial: el sistema de valores que manejan los jóvenes y la frustración que viven ante la falta de una perspectiva clara de futuro y un entorno desmotivante.”
https://www.scielosp.org/article/csp/2017.v33n7/e00129716/
Creo que es justo reconocer que, además de lo desmotivante en general que puedan ser las expectativas sobre el futuro, los jóvenes tienen razones acumuladas para verlo oscuro y los mensajes que se les lanza no contribuyen a mejorarlo. Por recordar algunas cuestiones, sabemos que la edad de emancipación se sitúa en torno a los 30, las posibilidades de encontrar un trabajo con el que planificar su propio proyecto vital son muy escasas, alquilar o comprar resulta complicado, pensar en, a su vez, llegar a viejo, da bastante miedo. Esto no ha desaparecido de la realidad con el virus, sigue siendo parte de su escenario. Ahora, además, ni saben cómo será su próximo curso porque sólo han escuchado gilipolleces, globos sonda, ideas peregrinas que van y vienen, y 6 meses después nada sobre lo que imaginar.
Con respecto al otro factor, el de los valores propios de la juventud. Evidentemente toda juventud en su momento tiene los suyos, pero estos siguen emanando de los generales compartidos, aun para oponerse. Los jóvenes, aunque usemos el concepto sin matices de edad (de los 0 a los 30), todavía no son responsables de nada, están en un mundo a medida de otros y que, por lo que parece, también vive del uso que hacemos de las posibilidades vitales de los que tienen menor edad, igual que de los que la tienen mayor. Nuestra sociedad actual fagocita todo lo que está a su alcance, todo lo que pertenezca a quien no se puede defender por falta de poder y fuerza. Igual que no tenemos una sociedad orientada al cuidado de los mayores tampoco la tenemos orientada a cuidar a los menores, más allá de que son la mano de obra del futuro. Enseñamos que para ser parte de esa sociedad necesitamos justo eso, más dinero o estarás a merced de los caprichos de los demás. En serio, seguir lanzado mensajes negativos sobre la juventud dice muy poco de nosotros pues no queremos ver el monstruo creado ante nuestras narices, y seguimos ocultándolo, buscando culpables en personas y grupos que poco pueden hacer. Mientras, hasta el más pintao tiene una asociación de defensa de sus intereses comerciales con la que presionar. Resulta horroroso ver como todo interés económico tiene su personaje para exponer sus dificultades y reivindicar y, en cambio, nadie se dirige a la juventud, nadie la representa, nadie la defiende, no se hace que participen en modo alguno.
El corto plazo se ha convertido en la norma, todos hemos vuelto a la juventud que criticamos por imprudente. Es difícil imaginar un futuro hacia el que moverse, mientras el siguiente Excel con resultados parece lo único que tiene valor. Nuestra percepción del riesgo en muy bajita por lo que debemos ser culpables, pero no sólo de los rebrotes.