Mercado, libre

La propaganda convence a muchos de que el libre mercado es la mejor solución económica. La competencia -dicen- estimula la innovación, la búsqueda constante por ofrecer más, mejor y barato. Eso, se combina con la ley de la oferta y la demanda, y ya estamos todos. Habitualmente va acompañado de la idea de ineficacia e ineficiencia de lo público.

Bueno, pues en el caso de la gasolina está claro que no funciona, los precios suben cada vez que se producen grandes desplazamientos por carretera, por ejemplo, y lo hacen todos los distribuidores como si se pusieran de acuerdo. La misma teoría lo explica, el mercado debe ser de competencia perfecta para que ocurra, entonces y solo entonces, el precio de equilibrio es donde se encuentran la oferta y la demanda y marca lo que los consumidores están dispuestos a pagar por un bien.

Siempre he pensado que es una teoría muy especial, intenta describir el mundo en base a un supuesto que no se da en el mundo. Tampoco quienes lo dominan querrían. Esa ideal competencia perfecta igualaría a los que compran con los que producen y venden, y se acabó el chollo. Los que se dejan convencer por la propaganda, quizás se sientan atraídos por esta última posibilidad; se olvidan de que la misma teoría parte de fomentar la codicia (en beneficio de todos), no solo de contar con ella como parte de lo humano. Muchas otras son las cosas humanas, la violencia por ejemplo y, sin embargo, se intenta prevenir pues no se considera un buen punto de partida para relacionarnos, aunque esté siempre latente.

Como la situación de competencia perfecta no existe en el mundo real, los forofos del libre mercado siguen, por un lado, poniéndolo como escusa para explicar sus desmanes y, por otro, reivindicando avanzar en medidas hacia ese lugar. Cuando preguntas en particular por la gasolina te dicen que se lucran sin medida pero es porque a) ya existe de partida un acuerdo en el precio por parte de los países productores b) no existe un mercado de competencia perfecta en el nuestro y c) el precio final está condicionado por los impuestos; la culpa es de los estados que deberían retirase de influir en los mercados. Su codicia no tiene nada que ver, por supuesto. Una muy buena parte del precio se explica por la misma.

Sobre el papel del Estado. Los impuestos a los combustibles son una indudable fuente de financiación. Todos entendemos que son parte final de lo que pagamos, pero no resulta tan sencillo explicar que son un porcentaje sobre lo que cuesta un litro. No es lo mismo el 50% de 0,8 céntimos que de 1,70 euros, obviamente. A cuánto está la unidad lo determinan libremente las empresas comercializadoras, sobre los impuestos remotamente, indirectamente e idealmente los ciudadanos sí podrían influir. Que en realidad tampoco ocurre. No se puede negar que es todo una genialidad.

Se podría decir que al estado le interesa un precio alto para recaudar más. Esto lo hicieron muchos políticos cuando empezaron a subir tanto los precios con aquella expresión del “estado se está forrando”. Ello nos puede llevar a una consideración que ya hizo alguien y no recuerdo, sobre si a la política se deberían dedicar los conservadores que creen en la desaparición del estado o en su privatización. Algo de falta de coherencia tiene. Si no vas a defender al estado y lo público no te metas. Luego, para afirmar que el mundo se viene abajo si la gente vota separarse de un estado corren y apelan a los más bajos sentimientos, pero para desmantelar lo que es de todos y dárselo a sus amigos que a su vez se lo devolverán con creces no ven reparos.

En todo caso y según sus lógicas, que el estado fuera codicioso no debería suponer un problema, es natural. La diferencia es que los que gobiernan en el mismo se juegan una rebelión en la calle o que les dejen de votar, pero en realidad no pueden hacer nada o poco sobre el precio de la gasolina. Se les pedirá cuentas por el aumento de todos los precios que sigue a los carburantes y como mucho podrán bajar los impuestos dando razón a la derecha o bonificar el litro con dinero público como hicieron. Yo preferiría que tuvieran mayor capacidad de acción, pero sería un pecado contra la doctrina neoliberal.

La cosa es como sigue. Después de abandonar lo del descuento por litro se pasó a bajar el IVA de determinados alimentos básicos. Neoliberales, economistas clásicos, conservadores y de extrema derecha deberían estar contentos pues es lo que siempre dicen. Lo del abono por litro funcionó regular, lo del IVA tampoco lo está haciendo bien. Vemos como no pocos establecimientos han subido los precios de esos productos igualmente, como ocurrió con la gasolina. La codicia lo explica y como el ciudadano ya asume que los precios seguirán subiendo gracias a que la propaganda asegura que no se puede hacer otra cosa, pues ellos mejoran sus márgenes de beneficio. Y no pasa nada, no deja de ser lo natural. La progresía recurre al argumento de, pues si ya se hizo un Decreto Ley para bajar ese IVA que contemplaba que nadie se aprovechara para seguir subiendo los precios, ahora queda vigilar que se cumpla y el estado se está viendo incapaz de hacerlo. Esto es de una candidez impresentable.

Esta buenista progresía sigue argumentando que en el mundo ya nos hemos dado cuenta de que el papel de los estados es vigilar que la libre competencia se cumpla, que no haya abusos de poder por parte de algunas empresas y que no se produzcan enriquecimientos ilícitos contrarios a la estabilidad de la ciudadanía. De paso refuerzan la idea complementaria de que los estados son ineficaces e ineficientes que tan bien les viene a los poderosos, puesto que no existe intención de cumplir con ese papel. Ya estamos viendo que no funciona. La única solución que parece existir es subir los tipos de interés hasta el estrangulamiento de las personas y la economía misma. Una vez que la mayoría esté canina, los precios dejarán de subir, es de suponer que porque ya nadie podrá pagar nada o tendrá que priorizar. ¿En serio? ¿solo se les ocurre eso? Escucho medios de la progresía. Me llama la atención ese tono de gracieta impotente cuando cuentan que suben los tipos de interés, los precios de todo menos los sueldos, que varios países de la UE están al borde de la recesión. Jaja, todo mal, qué pena, pero no se puede hacer nada. Pero qué me dices de Catalunya, eso sí que es serio.

Hay otra solución que, como decía, es pecado mencionar. El pecado mortal es la nacionalización. Esto hace saltar las venezuelas y dictaduras varias en los discursos, porque obviamente es mejor que el poder lo ejerzan tres millonarios que un estado. Vale. ¿Qué tal un pecado venial y que existan empresas públicas para la distribución de combustible y alimentos? -por empezar-. En principio los amantes del libre mercado tendrían que aceptar la competencia con alegría, les haría ser mejores, más innovadores y todo eso. Si estas empresas públicas vendieran solo descontando del precio la codicia es posible que fuera un estímulo para el control de precios. En el caso contrario, los trenes AVE, se ha visto que en parte funciona y ahora puedes desplazarte por menos de la mitad de precio. Antes ya sabías -y ahora confirmas- que te tomaban el pelo, ahora alguna opción tienes. No es que sea un sistema perfecto, tiene sus trucos, pero que encuentras billetes baratos es una realidad. ¿Cual sería el problema si se hiciera al revés, que el estado tuviera empresas en aquellos sectores clave? Tampoco es salirse tanto de la doctrina.

Entiendo que los economistas llevarían esto a sesudas discusiones en las que no se pueden comparar mercados, sectores productivos y productos. La gasolina es uno muy especial, los alimentos otro, qué duda que los trenes de alta velocidad también. Los abusos no son iguales, en el fondo existen diferentes empresas luego hay competencia que, por lo que sea, no cumple con las bondades que anuncia. Pero ya me he aburrido. Neoliberales, terratenientes, derechuzos, la progresía, CEOs, la UE, EEUU, deben estar tranquilos y tranquilas, no ocurrirá y lo tienen claro. La única forma por la que se producirían grandes cambios en su sistema es mediante un cataclismo. Si el 2008 no lo fue, ni el COVID, ni la inflación actual, es posible que ni una gran guerra consiga que algún país se salga del redil. Ya se encargarían, como ha ocurrido tantas veces en la historia reciente. Comunismo malo caca -te dirán-, que si la libertad, que si la democracia. Tu a pagar lo que yo te diga y a rezar al libre mercado.