Parece que algunas direcciones de grandes empresas alemanas, eso que llaman CEOs, han decidido movilizarse para frenar a la extrema derecha. De primeras es algo muy interesante, más cuando en nuestro país se gobierna con la misma por todos lados. Y, aunque pudiera darse, no parece imaginable ver hoy a esos nuestros CEOs haciendo algo parecido, si me apuras, todo lo contrario.
Lógicamente, algunos, no todos, medios españoles, han reproducido la noticia y dedicado rato al debate. Uno de los temas que implica el mismo es el enfoque sobre la inmigración. He podido escuchar muchas veces que es una evidencia empírica que necesitamos y necesitaremos mano de obra. Se escucha siempre que se habla de inmigración, y en no pocas ocasiones es el único argumento a favor de la misma que parecen tener personas progresistas. Siendo una forma de abordarlo, contiene errores que pueden provocar más perjucios y prejuicios no deseados, aunque sea una verdad.
Imaginemos, por imaginar, como si existiera, una pareja hetero con más de 35 años ambos. No tienen casa propia, ni en propiedad del banco, ni alquilada. Los muchos trabajos precarios en un caso, y el mal pagado en otro, no lo permiten con lo que, si tuvieran el deseo de tener hijos o hijas no es una decisión en su horizonte genéticamente cada vez más corto. Y no se les puede convencer de la necesidad de mano de obra extranjera o de rejuvenecer la pirámide poblacional para asegurar el pago de las pensiones futuras.
Su vida es una mierda, ya no tienen futuro para determinadas cosas y eso es lo que les preocupa y llena de resentimiento, con razón. Como además han estudiado, están en el mundo y piensan, entienden que eso de la mano de obra extranjera significa, en el fondo y en la trayectoria de nuestro país más, tener personas dispuestas por la pura necesidad que no necedad a desempeñar cualquier trabajo cobrando una miseria todavía más baja de la que cobran ellos. Son todo lo contrario a racistas, pero ven la trampa, entienden que lo que habría que resolver es que todas las personas pudieran acceder a una mínima dignidad por medio de su trabajo, no importa lo que diga el pasaporte. Ya ni siquiera se plantean trabajos interesantes y motivantes, se quedan en lo básico, mínimamente estables para poder hacer planes de futuro como vivir juntos o si lo desean tener descendencia, y remunerados justamente como para no tener que tomar decisiones suicidas o vivir siempre con la incertidumbre de estar en manos de capullos que toman decisiones que pueden acabar con su vida.
Eso de que los hijos nacen con un pan debajo del brazo que tenemos todavía como frase de cabecera, es un riesgo irracional en nuestros días, aeconómico, contrario a la lógica capitalista de seres racionales maximizando sus beneficios. Por supuesto hay parejas que, viviendo la misma precariedad, lo hacen y consiguen, incluso sabiendo que tener hijos es, según los datos, uno de los riesgos de pobreza de hoy, al contrario que en generaciones anteriores en las que tenía un sentido. Y todo esto, finalmente, por no hablar de personas que no quisieran tener pareja, ni siquiera en sociedad de gananciales que ya no sentimental, o aquellas otras que se quedan solas con hijos a cargo por los motivos que sea; estas aumentan, más si cabe, su riesgo de pobreza.
En nuestra sociedad hoy, las opciones vitales avanzan, lo que no lo hace, y va a peor, es la realidad económica de la mayoría que las haría realidad. Se ofrecen posibilidades y esperanzas fantásticas, no solo la de ser tu mismo, perseguir tus sueños, elegir tu modo de vida en pareja o no, tus relaciones, el ocio infinito, el disfrute de privilegios al alcance antes solo de los millonarios, pero que luego no se pueden llevar a la práctica porque eres pobre como rata. Después de explicarles a los jóvenes este mundo y esas posibilidades infinitas, de animarlos a perseguir sus sueños, ser creativos, pensar por si mismos y demás monsergas, no pueden, y peor, los llaman acomodados, poco emprendedores, mimados y demás lindezas, cuando no consiguen lo que no pueden estructuralmente.
Ellos y ellas saben que es una tomadura de pelo, por mucho que puedan gastarse algo más de dinero que sus padres a su edad en tomar cañas, aunque no tener una vivienda digna o pensar en el medio plazo encajando sus deseos vitales. Si el año se da bien podrán incluso pegarse un viaje por Europa en sus vacaciones, puede que incluso arriesgarse a comprar un coche, pero el resto no, aunque sacrificaran esos caprichos burgueses durante 10 años. Pues es normal que no te compren lo de que necesitamos más mano de obra, ni que estamos hipermegadesarrollados y nuestros niveles de bienestar no habían sido nunca antes vistos. No te lo comprarán.