Otra del sistema sanitario. Al ser crónico tengo que pincharme una medicación concreta una vez a la semana. Fui a recogerla a la farmacia y me enteré en ese preciso instante que estaba desactivada de la tarjeta sanitaria. Como me tocaba en dos días, al siguiente bajé muy prontito al hospital que es donde están los médicos que me llevan. En mi corto entender la solución pasaba por poner una marca en una aplicación informática y listo, más sencillo hacerlo en persona que andar empleando una mañana de llamadas telefónicas. Gran error.
Con toda mi prudencia y mayor respeto, expuse lo que ocurría a la persona que allí había visible que a la postre me enteré es una auxiliar. Ya me gruñó, no sé el motivo, pero callado le facilité mis datos, quedó encargada de decírselo a la doctora en cuanto viniera y anotó mi teléfono para llamarme. Me fui altamente agradecido. No ocurrió nada en todo el día y al siguiente ya me tocaba dosis según la pauta. Fui a la farmacia a comprobar, seguía bloqueado; intenté llamar, es un servicio solo de mañana; lo intenté con mi centro de salud por si acaso, nadie al otro lado. Hora y media de mi trabajo.
Pensé que no tenía que pasarme nada si no me ponía la dosis al día siguiente, seguramente no moriría, pero como tampoco tenía información ni garantías de que aquello se pudiera convertir en una espera de varios meses o que hubiera quedado en el olvido para siempre, decidí bajar de nuevo al día siguiente, prontito. Gran error. Por supuesto no es la primera vez, recientemente, en otro servicio, me fui de la consulta con la idea de que al día siguiente, tras pasar mi caso por la reunión del equipo médico, me llamarían para decirme si me operaban o no. Pasaron 6 meses hasta que bajé al hospital a recordarlo y porque ya los dolores empezaban a preocuparme.
Me encontré a la misma auxiliar que con esos mismos modos particulares del día anterior me dijo que no se había olvidado, que allí tenía mis datos, pero que la doctora no había ido y no era su problema, no podía hacer nada más. Pacientemente -todavía- le recordé que el problema era que me tocaba la dosis para ese día, a lo que me contestó que, aunque se hiciera lo de la casillita, todavía tenía que pasar por no sé qué inspección y que de todas formas no estaría activado como pronto hasta el día siguiente. Reconozco y lo lamento que algo saltó en mí. De vez en cuando uno se cansa del trato, los modos, el tonito, y deberíamos estar por encima de eso, ser sumisos ante el sistema y sus representantes, entender que no tienen por qué tener formación fuera de la sanitaria, que el paciente eres tu y eso te coloca en una posición de inferioridad y mejor no protestar. Pero no esa vez. Le dije que prefería esperar hasta que llegara la doctora a lo que me espetó -haz lo que te de la gana-.
Tras una media hora esperando sentado fuera, sin molestar, y ya con movimiento de doctores y doctoras visible, le pregunté, cuando estaba libre, sin atender a nadie para no molestar, si tardaría mucho en llegar la doctora. Me explicó en un tono mucho más amable que no lo sabía que era mejor que me fuera porque allí no conseguiría solucionar nada. Aquí debo añadir que parte de su trabajo consiste en pesar y tomar la tensión a las personas con cita antes de pasarlas a una consulta concreta, por lo que quise entender que sabía a qué doctor o doctora específica le pasaba los pacientes, y no digo que tal vez fuera una deducción mía equivocada. Le expliqué entonces que no, que si ella no podía saber cuándo una doctora estaba en el hospital en su consulta, me lo podría haber dicho el día anterior porque entonces tampoco tenía yo garantías de que fuera a aparecer por allí ese día o hasta dentro de un mes; podría estar en un congreso internacional, yo sí que no lo sabía. Entonces me dijo que la dejara en paz que ya no quería hablar conmigo y que se quería dedicar a su trabajo. Alegué que yo también quería dedicarme a mi trabajo y que era el segundo día de horas que perdía y que, lamentándolo mucho, necesitaba su nombre para pasar por atención al paciente.
Allí acabó todo, pero también debo decir que se solucionó en los siguientes 5 minutos. Visiblemente enfada dijo que llamaba a su supervisora, a lo cual respondí que me gustaba la idea, que allí la esperaba (fuera, por supuesto, para no molestar que ya había visto caras de otros médicos y cuchicheos incómodos ante el ambiente que se estaba generando). La supervisora apareció ipso facto y le expliqué la situación, con calma, intentando empezar de cero. Me contó que su supervisada no podía hacer nada más, que yo tenía una doctora asignada y que tenía que esperar que se la pudiera localizar. A lo cual, argumenté, con toda mi paciencia pero firmeza, que tras más de dos años no me había visto la misma doctora dos veces. Y dado que no me daban más información, esa persona y por lo que yo sabía, bien podía estar de vacaciones y entonces mi pequeña dificultad no se solucionaría hasta que volviera, es decir, que así las cosas, y si yo no hacía nada, podría darse que hasta dentro de un mes no tuviera la medicación prescrita. E insistí, es poner una marquita en la aplicación, no veo cual es problema de pasárselo a cualquier otro médico u ofrecerme alguna otra solución o garantía, puesto que estaba claro que el problema lo tenía yo, pero haría lo que fuera necesario. Todavía intentando conciliar le dije a la supervisora que era una cuestión administrativa y que formaba parte de un sistema que nos estaba llevando a una discusión y a un mal rollo innecesarios, si lo pensaba bien. No me dio tiempo a entrar en los modos de su supervisada cuando, milagro o no, apareció la doctora que debo tener asignada.
La doctora recriminó mi conducta, yo intenté disculparme por todo aquello. Imagino que estaría enfadada porque esa mañana había algo de revuelo en la oficina, pero que no podría estarlo porque un paciente suyo estuviera buscando la forma de conseguir la medicación que ella le había pautado para ponérsela siguiendo también su pauta. Ya lo lamento. Y pasó luego a explicar el procedimiento. Algunos medicamentos tienen fecha de caducidad en la tarjeta. A ellos y ellas no les salta en su pantalla el aviso hasta un mes antes de que caduque. En consecuencia, si yo no tengo una cita coincidente con esa franja de tiempo pues pasa esto. Vale, agradecía que me ilustrara con el procedimiento, pero dado que ni yo, ni ella, controla las citas, es prácticamente imposible hacerlas coincidir con las fechas de caducidad del dichoso medicamento o cualquier otro. Luego lo que nos estaba ocurriendo tenía que ocurrir, ya había ocurrido, volvería a ocurrir y le ocurrirá a todo el mundo ¿solución?. Bueno pues en esos casos -me dijo- podía llamar a mi doctora de cabecera con quien -debo añadir- no he tratado el tema de la enfermedad que llevan los especialistas del hospital en ningún momento. Algunos de estos doctores de cabecera -me explicó- dan de alta la cruz en la aplicación. Luego -deduje yo solito- otros no, y aun así pregunté -incauto de mí- si ella había intentado como yo hice la tarde anterior contactar con el centro de salud.
Si ya había entrado calentita me largó de la consulta diciendo que tenía que atender pacientes como si -pensé- yo fuera un trozo de carne con ojos. Me confirmó no obstante que ya estaba todo resuelto y podía ir en ese momento a la farmacia. Lo de que el medicamento tiene que pasar a una inspección que lo autorice que me había contado la auxiliar pues debe ser otro error de comunicación, para cabrearme tal vez. No pasa nada, 5 minutos con chapa incluida desde la superioridad moral que debe otorgar estudiar medicina y todo resuelto.
La conclusión triste, es que le he dedicado más tiempo a las cuestiones administrativas de control del sistema sanitario que a mi salud.