Peligrosos chinos

Ya sabemos que una buena parte de políticos y políticas son peligrosas para la convivencia, y en campaña electoral más. Pero no solo ellos, también los comunicadores pueden entrar en esa categoría de peligro público. Es el caso de Ana Rosa Quintana cuando dice “Me he criado en Usera, en un barrio obrero y trabajador, antes de que fuera Chinatown”.

https://www.publico.es/politica/ana-rosa-quintana-me-he-criado-usera-barrio-obrero-trabajador-fuera-chinatown.html

Obviamente se trata de un comentario racista que puede coincidir con el sentir profundo de mucha gente pues -al menos yo-, estoy cansado de escuchar conversaciones en las que se señala la “invasión” de los negocios “chinos” en muchos barrios. No obstante, si lo pensamos bien, no deja de contener cierta paradoja, pues a la par que esa invasión, sobre los chinos se suele resaltar también su gran capacidad de trabajo. Dependiendo del hablante, habremos escuchado que estas personas son admirables -no como nuestros compatriotas- porque están todo el día trabajando sin quejarse o, a veces, se señalará esto mismo como algo negativo, dado que no saben vivir e incluso es contraproducente porque no respetan derechos largo tiempo peleados. Usuario diario como soy de establecimientos chinos, varios de los cuales podrían entrar en la categoría actual de innovadores o producto de emprendedores, estoy cansado de escuchar las bromas que les gastan otros usuarios como yo porque han cerrado un día o porque la tarde anterior eran las 10:00 de la noche y ya no estaban. Cada vez me pregunto si la gente no analizará que estas personas no son tontas; estoy casi seguro que preferirían vivir de las rentas, sin trabajar, viajando por el mundo, llevando a sus hijos a las mejores universidades y esperando su regreso en fincas de su propiedad bien en un lugar cálido con mar, piscinas y barco propio o en alguna gran ciudad monumental del cualquier parte. No- deben pensar cuando hacen estas bromas sin mala intención- en realidad el motivo vital de estos conciudadanos es tener su establecimiento abierto para cualquiera que sean tus necesidades a cualquier hora del día, pues ellos y ellas son así, y nacieron para servirte porque eres el nativo.

En todo caso, según se deduce de sus palabras, Usera era un barrio trabajador y obrero, algo que parece quiere remarcar como positivo, pero ya no lo es -debemos entender- porque está copado por chinos que… pues parece no son trabajadores y obreros sino otra cosa, quizás capitalistas despiadados que vienen de un sistema comunista, no lo sabemos. Es la identidad positiva de barrio, centrada en la miseria compartida de sus trabajadores obreros, pero transformada en un recuerdo bueno, como si todo el que allí viviera y vive tuviera otras opciones, pero eligiera quedarse por ese algo que tiene el barrio que los dichosos chinos han eliminado. Desde su llegada, los mártires trabajadores obreros ya no quieren serlo, ahora aspiran a ser ricos y salir de barrios periféricos para plantar su casa en cualquier otro sitio y codearse con los que cortan el bacalo en nuestra sociedad.

Es interesante ver como lo que pretende (inconscientemente o tal vez sea una interpretación de este hablante) Ana Rosa, es poner de manifiesto su origen humilde quizás queriendo señalar que se puede triunfar en la vida si te esfuerzas como ella, aun viniendo de barrios pobres. Lo dice, claro, mirando hacia atrás, a ese pasado idealizado de un barrio obrero pero feliz, dinámico, unido, cuando seguramente ya no vive allí y ya no es humilde. Trabaja, sí, es opinable si bien o mal, pero no creo que se pueda decir que sigue perteneciendo a esa misma clase trabajadora que se arrastra para llegar a fin de mes. Y aun así, se permite deslizar la idea de que ese barrio que a ella se lo ha dado todo ya no existe, luego posiblemente nadie podría seguir sus pasos si quisiera, gozar de la meritocracia que ofrece nuestro mundo; todo por culpa de los más recientes vecinos chinos que tienen tiendas.

Total que los comentarios racistas son así, no es necesario que se ajusten a una lógica ni análisis concretos, simplemente brotan de un sentir más o menos compartido socialmente de disgusto por un grupo concreto al que se culpa de los males en cada época. En estas líneas ya antes hemos manifestado preocupación y desasosiego porque sobre el racismo existe, por un lado, gran tolerancia pública desde medios, políticos y aparatos de control. Por otro, también que sobre temas como la inmigración ningún partido político que no sea de derechas se atreve a realizar planteamientos de calado pues el mucho racismo latente puede restar votos. Los sentimientos que fomentan dicho racismo surgen desde varios lugares de la sociedad a la vez, pero lo cierto es que las clases dominantes no padecen esos grandes males a los que normalmente se refieren. Ya lo hemos mencionado, si algo de malo tuviera el establecimiento de tiendas chinas, no es Ana Rosa la que se ve afectada por ello. La gravedad adicional de estos comentarios pronunciados desde las élites es precisamente esa, reforzar un sentir que no se ajusta siempre a la realidad cuando no solo no te afecta sino que seguramente te beneficia. El potencial de hacer daño a la sociedad que esta mujer tiene desde su atril diario es mucho más alto que el del propietario de un bazar en el barrio de Usera.

¿Qué es peor? ¿Una familia obrera que se sienta a cenar por alguna festividad y comenta la invasión china de su barrio en negativo aunque el pan de la mesa sea del establecimiento de la esquina (porque comprarlo en otros es muy caro) o un personaje público que refuerza todos los prejuicios que puedan aparecer en esa mesa? No se puede pedir que todo el que tiene voz pública esté midiendo constantemente sus palabras, no se trata de recurrir a lo del lenguaje políticamente correcto, eso, siendo importante, es anecdótico. Se debe exigir en cambio que quien tiene voz pública sea inteligente y analice; si lo hace, no dejará cabida a pensamientos racistas, porque antes de dejar sueltas las palabras estas tienen que haber sido ideas. Pero ya que tampoco sería realista solicitar que esas élites sean siempre inteligentes y analíticas como para no decir burradas contra la verdad de lo que ocurre (porque iría contra sus intereses), sí se puede solicitar que si el comentario que vas a verter no aporta nada salvo quizás reforzar tu propio ego, éste no se apoye en vilipendiar a otros. Ana Rosa podría haber dicho sin problemas: ahora que soy Dios en la tierra, quiero resaltar mis orígenes humildes, me lo he currado, me lo merezco todo y más. Y dejar fuera a los chinos que ni como gracieta para congraciarse con el pueblo llano aporta algo; salvo que se quisiera dedicar al humor, y ya entonces tendríamos que hacer otro tipo de análisis sobre el papel de la comedia en los prejuicios.