A los periodistas defensores del sistema les ha dado ahora por decir que todo el mundo (todo el mundo es populista menos ellos) presenta soluciones sencillas a problemas complejos. Es la última defensa de lo indefendible, de la corrupción por sistema, de los locos que gobiernan el mundo o la masacre de los refugiados.
Claro que sí, los sistemas sociales son complejos, siempre lo han sido, también cuando antes de llegar a ese punto defendían justamente soluciones fáciles, eslóganes, el marketing social de los suyos, palabras vacías de contenido, a políticos corruptos que todavía no habían llegado a la cárcel aunque fueran en camino…
La gran historia de los sistemas complejos es que tienen propiedades emergentes. Emergentes no significa, en este caso, país emergente (pobre y por ello con posibilidades de lucro) en el que invertir por medio de unos fondos, no sea que se equivoquen estos periodistas por los anuncios de empresas de inversión en sus medios. Significa que en la interacción entre sistemas y partes de sistemas complejos, hay variables que no son fáciles de ver, y que aparecen otras fruto de la interacción, emergen, e influyen en el sistema de maneras misteriosas porque no controlamos. Pues eso, señores y señoras periodistas del sistema, es lo que está pasando. Defendían ustedes un monopolio descendente de lo que se podía decir y sobre lo que se podía opinar, es decir, de los medios de comunicación con los individuos y resulta que esas unidades pequeñítas, insignificantes, que son las personas, interactúan por su cuenta, se unen, toman decisiones, generan e interpretan información… como liberales autoproclamados en su mayoría, deberían saber que eso es así y no se puede evitar por mucho que se pretenda, es una de las pocas lecciones claras de la historia. No que la historia se repite, eso es imposible, el tiempo sólo va en un sentido, ni siquiera que es cíclica; los movimientos sociales se producen frente al poder y su evolución es impredecible, sólo sabemos que está relacionada con cómo el poder escucha e incorpora lo que estos plantean.
Muchos de ustedes defienden que una de las funciones del periodismo es controlar al poder. Y lo es, algunos lo llevan más a flor de piel que otros. Pero cuando no existía el periodismo ni sus Facultades, los movimientos sociales también se producían. Ya sabemos de sobra que la herramienta periodismo puede funcionar tanto para controlar y aplacar a eso que llaman opinión pública, como para favorecer realidades emergentes, como toda herramienta tiene distintos usos humanos. La función que muchas veces se olvida del periodismo es la de dejar saber al poder lo que está ocurriendo y en eso fallan. Tal vez el poder es insensible y no quiere escuchar, puede ser, pero da la sensación que en su autocomplacencia cree que controla a los periodistas y que con eso basta para transmitir sus intereses, lo de escuchar es para pusilánimes. Está bien, si no es más que lo mismo que ha ocurrido siempre, pero hasta que el poder no aprenda a usar su capacidad de empatía, de ponerse realmente en lugar del otro, de muchos otros, las transiciones seguirán siendo difíciles. Los medios podrían añadir a sus indicadores de productividad uno que fuera comprobar que el poder realmente ha entendido y siente lo que se le está contando y claro, contarle también algo de lo que no guste escuchar, es importante. Nos llevaríamos alguna sorpresa.