Escuché a un tertuliano, a propósito del tema de la independencia, decir que la propiedad privada la inventamos precisamente para disuadir a los humanos de tomar acciones que pudieran provocar pérdida en su patrimonio. Es una idea muy buena, seguramente se le escapó y él no quería desvelarnos ese secreto a todos y todas.
Lo cierto es que este tema, el de la consulta, está dando para muchos planteamientos bizarros. Pero es que este argumento ha triunfado entre una parte de nuestros intelectuales que llevan varios días muy contentos y contentas porque, al parecer, figuras destacadas del proceso, se están retirando del mismo precisamente porque ven que las amenazas pueden ir contra sus posesiones. Pues desde luego, si esto es así, quienes pensaran que no corrían ese peligro y se dan cuenta ahora, mejor están en su casa meditando sobre cómo nos han metido en todo esto. Aunque por otro lado, bien parecen estos argumentos una extensión del viejo prejuicio que tantos chistes arroja sobre la relación de los catalanes con el dinero, y en manos de nuestros generadores de opinión, es difícil saber qué resulta peor.
En todo caso, en este escenario, es comprensible que mucha gente quiera independizarse del PP. Lo es menos que quieran hacerlo de la mano del PdCAT, ni siquiera bajo la ilusión de que el siguiente paso será, ya destrozado como partido, deshacerse del mismo. La cuestión clave en este asunto es si este movimiento de oposición al poder y deseo de cambio de statu quo y en el sistema de relaciones sociales de los catalanes, lo es de verdad de las clases hasta ahora perdedoras o sólo de unas élites que piensan seguir igual el día después pero ya con todo el poder para ellas. De momento da la sensación que es más esto segundo.
Un dato interesante y que quizás pueda estar pasando desapercibido es lo que parece un 37,4% de españoles que podrían estar a favor de que se votara en Catalunya. No de entre los catalanes, el dato es sobre el conjunto de los españoles. Vale que sí, esto es de una empresa en un momento puntual y las barómetros ya sabemos, y todo eso. Pero es interesante porque de ser algo ajustado a la realidad no serían sólo votantes de Unidos Podemos, es algo más que el resultado de este partido en las últimas elecciones.
Toda manipulación de sentimientos de pertenencia para dar capricho a unos políticos, la historia demuestra que es un error de consecuencias fatídicas, sobre todo en el momento que queda al descubierto y ya no hay marcha atrás. Pero si por el camino se consiguen adherir los descontentos de la gente que viene siendo, además, perdedora de tal manipulación, los resultados son mucho más impredecibles. Y eso todavía está por descubrir porque, para mayor gloria de nuestro tertuliano, tal vez haya mucha más gente que no tiene tanto que perder y sí mucho por ganar. Pensemos en esos jóvenes que no pueden irse de casa de sus padres o que ya pasados los 30 sólo han compartido habitaciones y trabajos miserables. O en los que todavía no han conseguido recuperarse de la pérdida de su trabajo durante la crisis y tienen cargas familiares, una hipoteca y van todo el día arrastrados para sobrevivir. Estos y muchos otros ven el futuro tan incierto que quizás les compense correr el riesgo. Habrá que verlo.