Señor Simón, si está usted cansado y lo quiere dejar con Illa, es comprensible. Lo que no debe decir es que no se pensó aumentar las medidas de presión sobre la ciudadanía ante la Navidad porque haríamos lo que nos pareciera. Camino del año de miles de medidas y de que la vida de todos y todas ha cambiado tanto por las mismas, no parece muy científica esa afirmación. Implicaría que hemos hecho siempre lo que nos ha parecido, que bien puede ser, pero no explicaría entonces las subidas y bajadas de las curvas, según usted solo las subidas.
Por lo que sabemos, a más contactos más posibilidades de transmisión (mientras circule virus). Luego si aumentan los contagios es que ha habido más contactos, deducimos, perfecto. La ecuación funciona. Pero ahora debemos añadir las medidas para evitar contactos y los mensajes sobre las mismas. Si no consideramos estas u otras variables, estamos estudiando el problema en el vacío, podríamos, por ejemplo, cercar un prado, meter una especie animal en el mismo con un virus y ver cómo evoluciona. Obtendríamos seguramente un R0 perfecto. La cuestión es que las sociedades humanas son algo distinto de un rebaño inconsciente de la existencia de un virus, sobre todo porque nos dotamos de la comunicación y toda una serie de instituciones que pueden influir en el comportamiento no solo de cada individuo sino también de diferentes grupos. Seguro que esto ya lo sabía. De lo cual, sin querer importunar, se desprende que la transmisión del virus algo tiene que ver con dicha comunicación e instituciones humanas antes de llegar al sujeto en cuestión.
Si usted decide refugiarse en la explicación directa basada en el “mal” comportamiento individual, su ecuación funciona, ha tenido que haber más contactos (con virus circulante), pero explica poco y ayuda menos. La ciencia supongo que debe querer poder decir algo que no sea quedarse en “gente mala caca” amantes del cachondeo e inconscientes; parece algo pobre, si bien una hipótesis. Imagino aquellas personas que planificaron cada aspecto para cumplir con todo lo permitido y lo recomendado en las fiestas, aquellas que incluso llegaron a la conclusión de que este año no salían de casa, tirando la toalla definitivamente ante sus palabras. Ahora está todo el mundo más enfadado con todo el mundo, los que ultra cumplieron con los que cumplieron, por supuesto ambos con los irresponsables; todos los demás tienen la culpa desde la propia perspectiva. La sociedad se sigue dividiendo también en esta cuestión que es tan colectiva.
Esto del comportamiento social es desesperante, ojalá fuera tan sencillo como un virus que, si nos ponemos, en unos meses sacamos una vacuna una vez comprendido su funcionamiento.
Una dificultad añadida a sus palabras sugiriendo que cualquier medida hubiera dado igual, es el posible reconocimiento implícito de la poca eficacia de lo hasta ahora realizado, casi un año después. Es una sensación que se transmite, no que sea cierto. Pero siguiendo la misma lógica, si tomamos los datos, el fracaso por el que llegamos a una tercera ola casi tres veces peor que la primera, de todas las medidas, puede parecer muy evidente. Si partimos de individuo malo llegaremos a individuo malo para explicar cualquier cosa, lo cual y pese a que pueda resultar conveniente no es del todo satisfactorio. La desconfianza sembrada por las escasas explicaciones sobre las decisiones de todas las administraciones y la nula autocrítica, sigue creciendo desde el primer día, ya ni la etiqueta negacionista logra que amaine.
Seguro que es consciente como el que más del destrozo que toda la pandemia está causando, a todos los niveles y que sus efectos continuarán por décadas. Los ciudadanos y ciudadanas, como hipótesis, tal vez necesiten algo más que la culpa es suya (que bien puede ser un factor), como si lo merecieran por algún pecado cometido. Siempre antes, las explicaciones sobre la enfermedad y la muerte se han vinculado en nuestra cultura con el castigo por algún comportamiento, se utilizaba así lo que estaba por venir y es inevitable, para controlar mientras tanto, fundamentalmente por medio de la culpa y el miedo. Supongo que esta vez lo podemos hacer algo mejor.