No creo que se pueda detener el actual crecimiento de la extrema derecha apelando a la democracia. En todo caso -se me ocurre- habría que hacerlo planteando una mejor democracia.
Debemos -quizás- asumir, que hemos cometido un error al considerar los actuales sistemas como algo acabado, pleno, el fin de la historia. Se vendía que la democracia no es perfecta pero lo mejor de lo que somos capaces, y nunca antes habíamos progresado tanto, negándonos a ver la cantidad de vidas truncadas dentro de las mismas, y peor fuera, donde en nombre de la democracia explotamos o bombardeamos a partes iguales. Si hoy están en peligro no es solo por la proliferación de personajes oscuros, dictadores, es también porque la idea no genera ilusión, no dibuja escenarios de futuros mejores. No son solo los subterfugios de la extrema derecha aprovechando cada recoveco que la democracia permite para conquistarla desde dentro y desmantelarla luego, no solo tiene engañada a una parte de la población que cada vez se decanta más por sus opciones. El auge de la extrema derecha es en parte el fracaso de la democracia tal como la conocemos, en otro escenario la gente tardaría 5 minutos en darle una patada en el culo a cualquiera que insinuara quitarles algo de lo que consideran valioso, y no está ocurriendo. Pensemos -me perdonen porque bien está- que somos capaces de organizarnos frente a la tala de árboles en un vecindario, pero no consideramos todavía necesario hacerlo para proteger la especie democracia.
No son pocos los análisis de la situación que de manera implícita o explícita parten o llegan a que la gente es tonta y se les convence con un poco de nacionalismo, otro de conservadurismo religioso, bastante negacionismo y mucha inmigración mala-caca, canalizando así su malestar, odio lo llaman a veces. Se olvidan de explicar los motivos por los que esa gente está tan cabreada y cómo relacionan ese malestar con su sistema democrático, hasta el punto de estar dispuestos y dispuestas a hacer concesiones sobre el mismo. Cuando sí se buscan esas explicaciones se menciona sobre todo la economía, en ocasiones la desigualdad, porque a mucha gente no le va bien, peor que a sus padres, y el futuro indica que es mejor hacer algo ya hoy. Esto está -nos está a la mayoría- ocurriendo con el actual sistema democrático, no se debe olvidar. Pero hay algo más, saben que no pintan nada, en su día a día no lo hacen, el sistema no les permite participar de forma alguna, solo cada algunos años les piden el voto. El resto del tiempo esperan escuchar por las noticias lo que les afectará, cuando la decisión esté tomada y en marcha su ejecución. Pues -quizás acaben pensando- le doy mi voto, única cosa de mi que les preocupa, a estos señores tan brutos, primero para dejarle claro a esos otros -pijos y pijas bien servidos- que me tienen hasta el gorro, y, segundo, porque peor no me puede ir ¿qué me van a quitar que no me hayan quitado ya?¿ hasta la posibilidad de votar? No lo creo, pero como ya lo hago con la nariz tapada tampoco sería una gran pérdida.
Quizás las democracias podrían seguir adelante obviado a las personas del anterior perfil, suponer que son pocas y listo -aunque suene poco democrático-. Pero la otra realidad es que a buena parte de las élites económicas y del stablishment político en realidad les importa la democracia por su fachada. Si el momento es el adecuado para defenderla, se dice, si me tengo que aliar con la extrema derecha aun a costa de perder democracia, lo hago. Esto ya ha ocurrido antes en la historia, no puede sorprendernos que personas que de alguna manera pintan, que sí pueden influir en cualquier sistema, lo hagan en función de sus intereses. Si es con la democracia, pues vale, si no, pues vale también, me da igual, yo soy demasiado inteligente para dejarme llevar por etiquetas o principios, veo claro cómo funciona el mundo y se mueve el poder.
Puedo entender que este planteamiento parezca simplista, maniqueo tal vez, describiendo una alianza entre los tontos y los listos, que deja fuera a la mayoría, los normales, los tibios. Podría aceptarlo, la cuestión en realidad es qué están haciendo estos y qué podrían hacer, pues ya es evidente el retroceso de las democracias como hasta ahora las conocíamos. Y claro que es legítimo plantar bien en la tierra los pies y resistir el envite, pero ¿para conservar lo que nos ha traído a esta situación? Incluso si lo paráramos, se rearmarían y volverían a la carga, hasta que consiguieran sus objetivos. ¿No sería más útil aprovechar la ocasión y poner encima de la mesa una especie de democracia 2.0? Todo avanza con rapidez y nosotros seguimos confiando el sistema a ¿qué? ¿la democracia de la idea griega, la de 1770, las de la olas democratizadoras del XX que retrocedieron con cada crisis económica? A lo mejor toca darle un nuevo empujón, ya que estamos. Por lo menos quedaría claro que los conservadores son otros, pues estos van logrando imponer que en realidad los tiranos de toda la vida son los chicos malos buenos, los críticos, los rebeldes innovadores y salvadores mesiánicos.