Asimilacionismo

Resulta descorazonador escuchar, como el sábado escuchamos en La Sexta Noche, a personas como Jorge Verstrynge decir que hemos de adoptar el asimilacionismo y no la integración cuando pensamos en la inmigración.

Primero porque no se ha hecho otra cosa hasta el momento y el resultado es el que es. Segundo y no sé si más importante, porque parte de confundir los conceptos de manera peligrosa.

Asimilacionismo e integración no son antónimos. El objetivo es la integración, siempre, y para lograrla existen diferentes estrategias, una de las cuales es el asimilacionismo y otra, por ejemplo, la multiculturalidad. Hay más matices y estrategias combinadas, pero decir que es necesario acabar con la integración supone que ni asimilacionismo ni nada, no importa la estrategia que se use, simplemente no debe existir; es algo así como la pureza cultural, idiomática o genotípca o… algo que si alguna vez fue real en la historia de la humanidad hoy simplemente es impensable por imposible, salvo recurriendo a la violencia y la “limpieza étnica” o parecidos.

Dado que entiendo que Verstrynge no se estaba refiriendo a esto último, simplemente debió confundir los términos porque, es cierto, a la estrategia de la multiculturalidad, a veces, en las conversaciones cotidianas, nos referimos como estrategia de integración, puesto que la idea despierta cierto rechazo social. Pero esto es sintomático ¿por qué se debe tener complejo al hablar de multiculturalidad o intecurlturalidad? Pues precisamente por lo que estamos viendo estos días, tras el atentado, una mayoría de personas lo relacionan con la falta de integración. Según ellos y ellas la gente no quiere integrarse por no se sabe qué motivo, quizás algo genético que se lo impide, probablemente -piensen-su religión anti-integración, no que otros se lo dificulten, eso no, porque el que quiere se integra. Y para colmo, una serie de individuos flojos e ignorantes se lo permiten con sus ideas rojillas. El argumento cierra casi a la perfección, ya sólo queda repetirlo muchas veces. Pero la realidad es muy distinta y tozuda, el fracaso está en lo único que se ha intentado, lo que esas mismas personas duras, inteligentes, responsables y racionales defienden, el asimilacionismo como estrategia para la integración. Y aun así, el fracaso en las políticas de integración tiene infinita menos fuerza que las decisiones geopolíticas, no vaya a ser que alguien acabe culpando también de esto a la inmigración, cosa que, como chivo expiatorio habitual, algunos y algunas lo utilizarán como ya está ocurriendo. La culpa, toda, siempre es del otro y de la otra.

La estrategia asimilacionista parte de pensar que “ellos se deben acabar pareciendo a nosotros, ser como nosotros”. Ahora, no sé si alguien puede mostrar alguna política pública que no parta de esta idea de fondo. Han sido muy pocos documentos, quizás contados con los dedos de una mano y en la realidad, dado que mayoritariamente pensamos de manera asimilacionista, no se ha puesto en marcha nada desde otra perspectiva. La única diferencia ha estado en el tiempo que se estima se debe producir esa asimilación, el tiempo que se debe tardar en hablar el idioma o encontrar un trabajo, cosas así. Pues lamento recordar que idioma y trabajo ni siquiera son buenos predictores de integración, el racismo en una sociedad lo es más, y tener partidos políticos racistas, por ejemplo, influye de manera determinante.

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