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La inmigración ha sido un tema destacado en la campaña para las europeas. Los partidos racistas lo llevan siempre, por lo que me resultó interesante escuchar, en uno de los debates, las ideas del resto. Se da la circunstancia de que como cabeza de lista va una de las personas más reconocibles en las organizaciones que se dedican a la inmigración. Fue decepcionante.

Es verdad que el formato con los tiempos tasados no favorece el pensamiento ni la exposición lógica y dificulta cualquier cosa que no sea querer colar frases preparadas, que en su mayoría acaban resultando vacías. Lo del minuto final de autoventa, ya de paso lo digo, me parece que da vergüenza ajena.

El argumento principal de los racistas es que no tienen nada en contra de las personas migrantes, solo defienden el orden y con ello -según su lógica- que no se permita nada a aquellas que son ilegales puesto que no deberían estar. En el debate -insistieron el resto-, las personas no son legales ni ilegales, se trata de una definición administrativa sobre la situación en la que se encuentran en el territorio y, como mucho, se debería decir que su estancia es irregular. Solo de pasada se mencionó, siendo lo decisivo, que no existen a penas formas de estar legalmente sin antes haber sido ilegal.

Esto necesita matizarse y explicarse para quien no lo sepa, de cara a entender por qué se puede llamar racistas a unos partidos sin que sea un insulto, al margen de cuando ya ligan la inmigración con la delincuencia que entonces queda todo dicho.

Se debería saber, pero se vuelve a explicar, que hay tres formas de entrar. La primera y que en número es pequeña, si bien dramática, es la que tienen quienes cruzan las fronteras por un lugar no habilitado (un puesto fronterizo), ya sea el mar o saltando una valla. Si al cruzar piden asilo ya están siendo administrativamente reconocidos, y no olvidemos que, de momento, es un derecho solicitar asilo. Esto solo supone que mientras se estudia cada solicitud individual no se está en situación irregular, pero el mayor número de las mismas es en algún punto rechazada. Entonces te conviertes en “ilegal”. La Ley de asilo tiene matices, condiciones intermedias que te otorgan sin ser asilo pero te permiten residir o, como en el caso de Ucrania, se deciden motivos excepcionales de estancia y residencia. Pero por asilo la mayor parte de la gente acaba quedándose de forma irregular tras denegarlo. Y luego quedan aquellas situaciones en las que las personas cruzan y no piden asilo porque no quieren o no saben e incluso cuando, contraviniendo la Ley, representantes del estado no lo permiten.

Los partidos racistas, pero no solo, tienen un problema con el asilo. Si son partidos de orden y lo que les gusta es la ley por la que no aceptan a los ilegales, tienen que afrontar que los solicitantes de asilo no son ilegales, cabrearse cada vez que no se cumple la ley y se les dificulta pedir asilo, negarse a que otros países nos guarden las fronteras porque evita que se cumpla la ley negando el derecho a pedir asilo, y asumir que es esa misma ley la que deja a tanta gente en situación irregular cuando de inicio no lo estaban. Pueden y sería de gente de orden, pedir cambiar la Ley y, por ejemplo, que cada caso denegado fuera acompañado de un Guardia Civil hasta la puerta de la casa de la persona en su país de origen. También podrían proponer tirotear a cualquiera que intentara cruzar y evitar así si quiera la posibilidad de que pidieran asilo. No demos ideas.

La otra forma de entrar, la mayoritaria, es hacerlo en avión como turista. Depende de los países, esto también tiene unos requisitos que obviamos, pero los turistas no son ilegales, solo faltaría decir eso en un país que vive del turismo y por el que es noticia cada año si hemos superado en millones las llegadas del anterior. Solo si pasa un tiempo y esta persona turista se queda en el territorio se considera que su estancia es administrativamente irregular. Que no es delito, ni mucho menos grave como un asesinato, es una falta.

Hasta aquí cabría insistir a los partidos racistas, aunque lo saben, que casi todas las personas que llegan, por una vía o por otra, lo hacen de forma regular, no son -en sus términos- ilegales. Se convierten en “ilegales” ya en el país y por nuestra legislación, que siempre podemos cambiar si es lo que les ofende.

Existe una tercera vía, la más minoritaria, que es la de las personas que vienen a España con un permiso de trabajo y residencia desde su país de origen y vinculado a un contrato de trabajo. Aquí también hay clases, están, lo más típico o quizás reconocido, las mujeres que vienen de Marruecos para una campaña concreta en el campo, que recogen y se vuelven, y ya normalmente personal cualificado que lo hace para trabajar en una empresa española o no con sede en el territorio. Cercana a esta posibilidad están los millonarios e inversores o los futbolistas, por ejemplo, que no tienen problema alguno, si de pasta hablamos el estado regulariza tu situación sin pestañear. O sea que la irregularidad es también una cuestión de clase, no se dude.

Esta última vía es importante ponérsela en la cara a los partidos racistas, porque es la de orden y aquella que, en principio, deberían apoyar si dicen que no tienen nada en contra de las personas migrantes, solo de los ilegales. ¿Qué ocurre? Que es minoritaria y por algo será, aunque se alimente el mito de que era la fórmula que utilizábamos los españoles en nuestras grandes migraciones. Es una fórmula administrativamente compleja, si bien podrían llevar en sus programas una reforma de todo ese sistema para hacerla fácil y no parecer racistas sin más. Pero las empresas no están mucho en esa dinámica, no les resulta sencillo hacer una oferta de trabajo y ponerse a buscar a personas por todo el mundo, seleccionarlas y cumplir los trámites. Tampoco barato y ya sabemos que las empresas están para ganar dinero, el resto no les compete. No resulta muy realista, si necesitas a alguien para que se suba a un andamio en una obra de tres meses, hacer esto. ¡Claro! que tiene que ver con el tipo de puestos de trabajo que el mercado destina a los inmigrantes, solo faltaría. Es más sencillo y es lo que ocurre, buscar a alguien que ya está en el territorio en situación regular o no y hacerle un contrato. Porque el sistema administrativo lo permite. Puede sonar algo sospechoso ofrecer un contrato a alguien en situación irregular, una trampita, pero es porque en nuestro mundo, para bien o no, todo se mueve por la capacidad de vender o comprar fuerza de trabajo (conocida como personas).

Es decir, la opción que tienen mayoritariamente las personas migrantes es quedarse en situación irregular y buscar trabajo (hay otras formas de arraigo, pero más lentas). Y si tienen suerte y no son detenidos a la entrada de un metro con lo que ya tendrían una orden de expulsión y muchas complicaciones administrativas, es cuestión de sortear las pruebas y quedarse, insistir hasta lograrlo. Es decir, sí, nuestro propio sistema favorece que la gente se quede en situación irregular y se busque la vida, siendo la casi única solución que en realidad tienen. Ahora, si los partidos racistas, con la demanda de mano obra barata que tienen las empresas españolas, quieren cortar esta vía, pues deberían proponerlo y esperar a ver que les dicen los empleadores. Lo demás es retórica, alimentar un racismo del que vivimos y sacamos tajada, mucha tajada.

El racismo tiene una función económica, es muy lucrativo y, dicho de forma corta, sirve para que esas familias pudientes que tienen “chachas” en casa o esas empresas explotadoras, puedan disponer de una gran bolsa de esclavitos y esclavitas dóciles con poco esfuerzo. Y me imagino que por coherencia esta gente votará a los partidos racistas, porque les sale barato, no porque sean de orden, y no alzarán la voz cuando estos digan cosas como que la gente tiene que firmar no sé contrato por el que se comprometen a defender los valores de no sé quien, pero que espero no sean los del clásico señorito. Es una hipocresía, racista.

Resumiendo mucho, la migración irregular está favorecida por nuestro estado. Haciendo una mínima búsqueda se pueden encontrar cientos de páginas que te explican todos los mecanismos que, estando en situación irregular, tienes para conseguir la regular. Ninguna es sencilla y hace la vida muy complicada a la gente, pero no parece que, en general, importe mucho. Los partidos racistas deberían decir a las claras que quieren acabar con esas vías, por coherencia, porque no tiene mucho sentido odiar a las personas irregulares y atribuir a las mismas todos los males de nuestro mundo, mientras tus leyes permiten regularizar tu situación si aguantas lo suficiente en situación irregular.

Conviene debatirlo cuando se hable de inmigración, igual que no se escuchó a ninguna candidata hacer referencia a la iniciativa popular que se comprometieron tratar en el Congreso de regularizar a unos cientos de miles de personas (que si se piensa en mucha gente). Nuestras más que sospechosas leyes lo permiten también, sería de orden y, en principio, los partidos racistas no deberían oponerse pues es una forma legal de no tener personas ilegales a las que odiar, muy sencillita. Es una idea para los mismos, así no tendrían que ser racistas por serlo y rascar unos votos, se trata de medidas y decisiones concretas que son posibles y hasta aparentemente coherentes con la idea de “no queremos ilegales”; pues hazlos legales. Pero claro, una persona en situación regular todavía tiene un pequeño margen de decisión a la hora de coger o no un trabajo, por ejemplo. Muy pequeño, porque antes de estar en situación regular lo normal es que esté tieso de pasta, aun así es algo mayor que cuando eres irregular. Vaya que tiene algún derecho más reconocido, y eso debe ser peligroso -entiendo- desde la óptica racista económica. Reconocer derechos es el primer paso para la extinción de privilegios -deben pensar-.

En realidad es fácil entender que son racistas por serlo, por movilizar unos miedos en votos, todo ello traducido en pasta para los de siempre. Si tuvieran que entrar al detalle y proponer algo se vería con tanta claridad, que saben no deben ni acercarse, tan solo seguir hablando de delincuencia y valores que yo, siendo tan español como ellos, no comparto. Pero el resto de partidos tampoco tiene la valentía o el conocimiento para dirigir esa discusión y que se viera que el racismo es tan rentable como lo ha sido a lo largo de toda la historia. Ni con una experta en migraciones entre el elenco. Otra vez será.