Esta misma semana el gobierno no ha querido especificar de dónde saldrán los 10 mil y pico millones para la guerra. Eso el martes, el viernes se anunciaba la subida de las tarifas de los transportes públicos en Madrid. Seguramente no esté relacionado y pensarlo sea un bulo.
Tengo que insistir en que me gustaría que me preguntaran si quiero poner el dinero de mis impuestos en guerra, transporte público u otras cosas. Ya lo siento, pero este sistema democrático no es suficiente para que tomen por delegación según qué decisiones.
Pero, antes incluso, es evidente que no deberían tener la cara de ponerse delante del país para decir que el dinero de la guerra no se quitará de ningún lado, simplemente aparece porque el momento histórico lo pide o Trump. El caso es que lo hacen y dejan solo la posibilidad del pataleo o no.
Entiendo perfectamente que a muchas direcciones de medios de comunicación, sus tertulianos y plumillas no les parezca muy caro el abono mensual, incluso con la retirada de una parte de la «subvención» del Ministerio que es lo que ahora hace que suba en Madrid. A lo mejor antes tampoco se lo parecía, cuando se pagaba el precio completo. Ponte que un abono tipo A antes de aplicar los descuentos estaba en 54,60, con los descuentos ahora está en 21,80 y a partir de julio pasará 32,70. Y con eso puedes desplazarte tantas veces como quieras dentro de Madrid. Si vives en Móstoles la tarifa era de 72 euros y en julio pasará a 43,20. Si piensan que no es dinero es, seguro, porque no lo cogen a diario. Si multiplicas por 12 meses, el aumento del B1 supone 345,6 euros más al año, el 66% del total 518,4. Antes se pagaba 864, el 3,19% del salario medio en España. Aunque parezca una tontería y mucha demagogia, hay que tener en cuenta que el abono transporte casi exclusivamente se paga para ir a trabajar o estudiar, no para ir a ver musicales.
Este ultimo es el punto importante. Dado que trabajadoras y trabajadores somos la fuente de la que sale el dinero que ellos y ellas deciden debe ir destinado a comprar armas para matar a otros seres humanos, o reprimirnos y controlarnos para que sigamos trabajando sin dar muchos problemas, deberíamos probar a dejar de hacerlo. Somos responsables de sus guerras y por lo tanto cómplices, sus decisiones no existen sin nuestro trabajo. Si nos preguntaran si queremos gastar más en armas se haría un poco más evidente. Lo que nos queda es nuestra capacidad de resistencia por medio del trabajo.