De la expresión carne humana (referida a personas migrantes) dicha por Matteo Salvini, ministro del Interior de Italia -ni más ni menos que un Ministro de Europa- a centros de clasificación, utilizada entorno al reciente acuerdo europeo sobre inmigración, no va tanta diferencia. Menos si consideramos que también se usa la idea de procesamiento (rápido) que -siendo susceptibles- puede remitirnos a otros tipos de procesamiento como el penal o de carne. A estos lugares en territorio no comunitario, también se han referido como, simplemente, centros de internamiento de inmigrantes, concepto que -no pocos periodistas olvidaron-, ya es suficientemente discutido en la actualidad en nuestro país pues suponen privar de libertad a muchas personas que no han cometido delito que lo justifique.
Como ya antes en estas líneas quisimos resaltar, la percepción del tiempo es un componente esencial en el análisis de las migraciones. Después de tantos años de procesos migratorios en Europa, volver a poner en el centro de la discusión la diferencia entre inmigrante económico y solicitante de asilo es -para empezar- una broma de los tiempos que corren.
Existe hoy una alarma generalizada que ha llevado a que el tema de una Cumbre europea fuera precisamente la inmigración. Dicha sensación es impuesta, forzada, el tema aparece en las agendas políticas respondiendo a otros intereses que los de seres humanos que ya llevan muchas décadas padeciendo y muriendo en su proceso migratorio. No quiere esto decir que no debamos alarmarnos, deberíamos estar desolados por tanto tiempo ya de injusticia. Hoy, las disputas políticas internas en Alemania han condicionado el tiempo de tal forma que resultaba evidente que hacía falta una solución sobre el papel para que Merkel salvara presiones. Lo que es, sin embargo, una tendencia y está de fondo -el clima y no el tiempo- es el aumento de poder de la extrema derecha por toda Europa. La misma, sabe que no le interesa una solución al tema, le interesa realmente seguir sacando votos y réditos políticos de una población crecientemente racista que odia a otra empobrecida, desplazada, prejuiciada e indefensa. Es este el circuito de retroalimentación que debería preocuparnos más pues, de momento, no se ven tendencias en sentido contrario para poder frenarlo.
De esa Cumbre, resulta que una de las ideas que quedan es que ahora hay que darse prisa en clasificar a las personas que son inmigrantes económicos y las que son refugiadas. Y aunque no se den cuenta, sólo hablar de clasificar personas de esa forma, ya resulta doloroso. No importa tanto que a día de ayer, pero desde hace años, el proceso de asilo tenga unos plazos que contravengan todas las normas en vigor; para solucionar eso no hay tanta prisa. Recordemos que cuando una persona solicita asilo primero se realiza un análisis para determinar si dicha petición puede ser admitida a trámite. Esto ya tarda y no pocas se ven encerradas por toda Europa mientras ocurre. Al menos en España, la media de resolución de estas solicitudes, ya las admitidas a trámite, está quizás en año y medio, cuando debería hacerse en un máximo de 6 meses, y luego, cerca del 70% de las mismas son negativas, quedando muchas personas como inmigrantes económicos producto de consideraciones administrativas que poco o nada tienen que ver con la vida ni de ese momento, ni de cuando se presentó la solicitud. Imaginen si en una vida más o menos estable pasan cosas en el plazo de dos años y puede cambiar todo, qué no será vivirlo pendiente de un papel.
Los que ahora se quieren dar prisa parece que, conscientes o no de ello, nos están diciendo que hace falta una clasificación más rápida que permita inadmitir mayor número a trámite y clasificar como inmigrantes económicos. Y se quedan más tranquilos y tranquilas si este procesamiento se hace con la gente retenida en unos centros, bien sea en su territorio bien sea en el de algún país fronterizo. Piensan, tal vez, que así tenemos el control, pudiendo devolverlos fuera, a algún sitio, cuando sea. Ocurre y se hace, no pocas veces contraviniendo la ley, pero deben saber que otras muchas más, al final de un periodo de confinamiento, se acaba dejando pasar a la gente, porque no hay motivos para otra cosa.
Muchas de las personas que así piensan, supongo que la mayoría, no han tenido oportunidad de conocer estos centros. Yo sí, varios de ellos en varios países europeos y les aseguro que no querrían estar allí; y los hay de todo tipo, más parecidos a cárceles, más a centros colectivos, más a campamentos. De algunos se puede entrar y salir cumpliendo un horario, de otros no. El caso es que la idea no es nueva, ya la aplicamos y hemos aplicado en el pasado, ni siquiera la de tener centros fuera de nuestras fronteras es nueva. No son la solución y menos si lo que se pretende es disuadir, como quieren que creamos. Verán, lo que es muy común no querer asumir, es que si se endurece el control de entrada y permanece la voluntad de entrar, sólo se favorece a las mafias, que se busquen soluciones nuevas, lugares distintos por los que intentarlo y que se asuman aun mayores riesgos para la propia vida, es una evidencia para quien quiera verlo.
Me encontré con estas palabras de un comentarista influyente de noticias que creo ayudan mucho a entender por dónde se mueve la justificación de lo injustificable, consecuencia de todo este despropósito de Cumbre.
“La guerra en Siria sigue haciendo huir por miles a sus habitantes, y ninguna disuasión por parte de las autoridades europeas les hace pensar que los peligros de las fronteras son peores que los de su tierra. Las penosas situaciones a las que se enfrentan en su camino hacia Europa son mejores que la amenaza diaria de la muerte.”
¿Cómo tienen tanta cara para mentir de forma tan descarada? La Guerra de Siria está prácticamente acabada desde hace meses, el Estado Islámico está prácticamente derrotado y probablemente los mayores males los estén causando los turcos a los kurdos, tanto en Siria como en Irak. Pero como digo, ya no existe la mentira de ser refugiado, la guerra está acabada, hay un plan de reinserción para los combatientes opositores y por lo tanto lo que hay que hacer es empezar a devolver a los millones de sirios que no se hayan integrado, no dejar que sigan viniendo.
No son refugiados, son INMIGRANTES ECONÓMICOS. Y como tal debemos tratarlos.
Ya no existe guerra (prácticamente), si existe es por culpa de unos otros, los soldados se están reintegrando en un país asolado, aquellos que no se hayan integrado en Europa se los devuelve y se impide que vengan más porque nos están mintiendo y son inmigrantes económicos, ya no existen refugiados. ¿Cómo debemos tratarlos es la pregunta? Es una pieza magnífica.
Nos dicen que este denominado problema migratorio (ya así llamado por décadas) no tiene una solución sencilla. Puede ser. Si la tiene, pasa en primer lugar por no generar problemas innecesariamente, lo que quiere decir tener un sistema estable de entrada y acogida, pues el tiempo nos ha demostrado ya que este proceso no parará, en el mundo de hoy no. Ello pasa por remover trabas que existen mas que por inventar sistemas nuevos y quizás, tal como estaba previsto en la Cumbre y no se hizo y para el tema específico de asilo, desde la UE revisar el conjunto de disposiciones del llamado convenio de Dublin, como máximo. Si vamos a seguir adelante con la Unión Europea – y eso está por ver entre otras cuestiones por el creciente sentimiento anti inmigración que mueve voto-, no tiene sentido que el proceso de asilo sea responsabilidad del primer país por el que entra la persona. Las cuestiones de procedimiento y económicas se pueden resolver con voluntad, lo importante es el mensaje hacia fuera y dentro que diga que es la zona completa, Europa, la que se hace cargo y compromete con los principios de defensa de los Derechos Humanos entre los que inequívocamente está recogido el asilo. Es la mejor forma de dejárselo claro a las posturas racistas. En el momento que asumamos que cumplir con los Derechos Humanos nos significa un problema, empezaremos a tener uno serio y quizás no esté muy lejos que algún ocurrente -tipo Matteo Salvini- verbalice algo similar.
En segundo lugar, la idea es crear un mecanismo de atención europeo a las crisis. Es decir, tratar las crisis como tal y cuando lleguen, comprometiéndose a poner los recursos necesarios como en cualquier otra crisis. Esto evitaría que el propio concepto de crisis estuviera al albur de necesidades políticas y sí humanas.